5.26.2011

El otro lado de la ciudad: tradiciones de Tláhuac


Al sur del Distrito Federal, lejos del núcleo urbano, del smog y el tráfico se encuentra una de las delegaciones olvidadas, un lugar lleno de tradiciones dignas de ser reconocidas, visitadas y recordadas.

Tláhuac entre sus secretos, su historia y su gente tiene actividades que forman parte de su ser, de su esencia. Actividades a las que se les da poca difusión y cobertura mediática.

Los pobladores realizan eventos que la delegación no se interesa por dar a conocer al resto de la ciudadanía; los dejan solos con sus tradiciones, con sus costumbres.

Los carnavales que se realizan en pueblos como San Juan Ixtayopan, Santiago Zapotitlán y San Francisco Tlaltenco son poco populares en el Distrito Federal y a nivel nacional el conocimiento de su existencia es casi nulo.

A diferencia de la cobertura mediática que se le da a la Pasión de Cristo en Iztapalapa o al día de Muertos en Míxquic, los carnavales y fiestas patronales de los pueblos tlahuenses pasan desapercibidos cada año, rezagando los posibles ingresos turísticos en esta delegación y, sobre todo, la inmortalización de estos hechos.

Máscaras, disfraces, charros, bailes, música y cuetes son piezas que se conjugan en grandes celebraciones realizadas en estos pueblos.

El movimiento que se genera en los carnavales, sobre todo en el de Tlaltenco, es impresionante. Vendedores de algodones, de juguetes, globos, chicharrones y cervezas -sobre todo vendedores de cervezas- comienzan su rutina anual cuatro semanas antes de Semana Santa. Días en los que en este pueblo se vende como nunca.

En esta celebración participan todos los residentes, los visitantes son habitantes de los pueblos aledaños de la delegación.

Durante más de 90 años los vecinos de esta comunidad salen a danzar con la música de “chinelo” a lo largo de las calles de la localidad.

Las rivalidades

La Sociedad y el Club –los ricos y los pobres como se dicen entre ellos- son las organizaciones ciudadanas más viejas de la demarcación. Organizaciones que han peleado durante años por dos cosas: la primera por ver quién tiene a la reina más guapa, los mejores trajes, la mayor cantidad de gente y la banda más reconocida; la segunda, es una lucha que no saben que pelean cada año, es la lucha que realizan al mismo tiempo juntos y separados, por conservar su tradición y crear conciencia en las generaciones jóvenes de la importancia de la preservación de sus costumbres.

Alejandra y Beatriz Mancilla, originarias de Tlaltenco y pertenecientes a la organización

Sociedad Benito Juárez, cuentan que el carnaval nació poco después de la Revolución Mexicana con la finalidad de distraer, alegrar y conseguir recursos económicos ante la crisis.

En la actualidad son 400 socios los que se reparten los gastos del carnaval que organiza esta agrupación.

Más de 400 mil pesos se invirtieron en la realización de este festejo. Dinero que se reparte entre el pago de los vestidos de las damas,

el de la reina, el carro alegórico, las bandas que amenizan el recorrido y el conjunto musical que cierra el desfile.

Datos de las integrantes de la Sociedad indican que son alrededor de 300 bailarines, entre charros y damas, los que realizan el recorrido hasta la coronación de la reina.

Los trajes

Lo más llamativo en esta festividad recae en los varones que portan trajes de charro.

El traje en sí es una alusión a las vestimentas que se usaban los colonizadores en la época de Maximiliano, así que la gente del pueblo empezó a imitarlos para burlarse de ellos.

El traje lo bordaban con oro (o mínimo disimulaban que era oro), se colocaban una careta de “piel” blanca con una gran barba que reflejaba la personalidad de los extranjeros.

Camilo Reyes, charro de 52 años de edad que comenzó a participar en el carnaval desde que tenía seis años, asegura que en la actualidad un traje de charro va de los 50 a los 80 mil pesos y que el precio varía dependiendo de la tela y el gusto particular del próximo portador. Este precio no incluye la careta ni los guantes ni las botas.

La duración también varía en cuestión del uso y cuidado que cada participante le dé.

Cambios y esperanzas

La organización del carnaval ha variado a lo largo del tiempo. “Antes salía empíricamente, al aventón y órale ponte tu traje, a bailar y cómo salga”, asegura Camilo.

La participación de los vecinos de Tlaltenco cada vez se va incrementando. Han logrado que su tradición perdure entre las generaciones más chicas y tienen la esperanza de que no se pierdan pese a la modernidad que comienza a ingresar en la delegación.

La construcción de la línea 12 del Metro representa para ellos un gran cambio estructural, pues dicen es inevitable que la urbanización se incremente en la localidad.

No están en contra puesto que es necesario y le ayuda a muchos habitantes de la delegación, pero también creen que sus tradiciones no deben perderse o disminuirse entre estos cambios en infraestructura y modo de vida al que se enfrentan.



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